Arde este libro

De Fernando Marías

Este libro lo leí hace un año, o dos, desde el COVID las fechas no las controlo bien, pasan los años tan deprisa. Pero lo más interesante de este libro no es cuando lo leí, lo impresionante es el tema y cómo Fernando Marías escribe sobre el alcoholismo que sufrió él mismo y su pareja.

Así de duro es este libro, pero conforme vas leyendo esta historia tan personal y delicada, te vas uniendo a esa pareja de jóvenes enamorados, en ese Madrid de «la movida», ese joven intelectual que quería comerse el mundo y ella, francesa que andaba descalza por las calles de Madrid, buscando su vida.

«Te incineraron con una novela mía entre las manos. Por eso escribo este libro. Hasta ese momento jamás pensé que contaría esta historia. Había logrado asumir el largo camino de tu final, que a veces, no sé si atreverme a decirlo, tanto deseaba que llegara, y describir aquel calvario que, por encima de todo fue tuyo, me habría parecido una herejía

Así empieza este extraordinario libro, contado con tanta sinceridad y cargado de cariño hacia la mujer que le acompañó los mejores y peores años de su vida y que a pesar de todo, el escritor le hace un homenaje cargado de tristeza ante esta cruel enfermedad que se llama alcoholismo.

«Convivimos durante casi veinticuatro años, un mar de tiempo que hoy me resulta inverosímil. Tras la felicidad inicial acabaron por venir la destrucción y la autodestrucción, nuestra demolición involuntaria unas veces y voluntarias otras sin miramientos en el tramo final

La vida de Fernando Marías y su pareja, es una historia común de una pareja enamorada, él ya con un alcoholismo incipiente y ella absolutamente abstemia. Se movían en el Madrid intelectual, pues él escribía guiones y se relacionaba con la gente del cine, en ese ambiente el alcohol era habitual, como lo sigue siendo en estos momentos. Hasta que ella cae en lo mismo que él. Ahí la historia es cada vez más complicada y tremenda.

«Al terminar la velada encarrilada ya la noche hacia la madrugada, caminamos en dirección a nuestra casa. Nadie tenía prisa y casi sin darnos cuenta acabamos de recorrer, en la serena oscuridad que concluía, la Castellana entera para, al amanecer, desayunar en un bar que alzaba el cierre cuando pasábamos al frente de él. Pedimos gin-tonics frente a los churros de los rutinarios madrugadores

Mientras él iba construyendo poco a poco su profesión, ella no encontraba nada, esa vida vacía, sin anclajes le perjudicó tanto que entre la depresión y el alcohol empezó la destrucción de la pareja. Pero Fernando Marías estaba entretenido en sus trabajos y no fue capaz de ver lo que estaba pasando.

« Te mató el alcohol y fui yo quien te enseñó a beber, pero en el camino yo pude dejar de beber y tú no fuiste capaz: a estas dos líneas se reduce todo.

Las palabras pronunciadas en voz alta pasan a ser patrimonio de la realidad. Lo dicho es sin vuelta atrás y erigirá en el acto un muro entre nosotros y nuestro pasado inocente, ese al que ya no será posible volver».

El libro es desgarrador, pero lleno de ternura, Fernando Marías va del recuerdo precioso del amor, de la diversión de las primeras ilusiones, de los paseos por ese Madrid maravilloso, a la propia historia llena de dolor y de mucha melancolía.

Fernando, pudo salir del infierno en el que vivía desde hace muchos años, pero ella no pudo y sus vidas fueron arrastradas al abismo imparable.

Yo leí este libro como si me lo contara un familiar mío, me metí en la historia tan profundamente, que cuando me enteré de la muerte de Fernando Marías, me impresionó como si lo conociera.

Una gran historia, escrita con el corazón de un hombre que vivió intensamente esos años.

«Mucho tiempo atrás, cuando nuestra felicidad no podía concebir que un día comenzaría a desmoronarse, estábamos citados en una estación de metro para ir juntos a algún sitio, no recuerdo cuál. Yo, que llegaba tarde y bajaba ls escaleras deprisa, vi, nada más entrar en el andén, también entonces solitario, que ya estabas allí, sentada en un banco alejado, como la mujer de ahora, solo que leías muy ensimismada un libro, aquella primera novela, que justo por entonces acababa de publicar. Ese libro ardió contigo«

VALHONDO

Rafael Cabanillas Saldaña

El otro día asistí a la presentación del último libro de la trilogía que, Rafael Cabanillas, ha escrito a lo largo de estos años.

Este tercer libro me ha encantado, si Quercus me impactó por como está escrito, cómo describe la vida en los montes con una maestría insuperable; Enjambre, otra historia en los montes, muy distinta al primer libro, pero lleno de ternura con unos personajes tiernos y abrumados por las soledades que esa vida retirada del mundo les proporciona sin remedio, éste último, «Valhondo», me ha llegado al corazón.

Yo admiro mucho a los maestros y aun más a los maestros rurales, yo tengo una hija que ejerció como maestra en un pueblo muy pequeño de la zona de Cabañeros y por ahí me viene la admiración que siento por estos maestros o maestras que enseñan a leer y a escribir a niños y niñas que viven en pueblitos, pero no se quedan en enseñar a leer, se implican en todo lo que rodea la vida en el pueblo y sus habitantes.

» Con apenas veinte años, un joven maestro es destinado a Valhondo, la pequeña aldea que, escondida en lo más profundo de la sierra y envuelta casi permanentemente en niebla, parece aislada de la civilización».

Allí llega Rafael, y tiene que enfrentarse a los habitantes de la aldea que no confían en casi nadie, en los maestros tampoco, ellos llegan y en cuanto puedes se van.

El maestro empieza por intentar adecentar la pequeña escuela, y su «casa del maestro», para ello hace participe a los chavales, las chavalas y a los habitantes de la aldea, que de alguna manera estaban pendientes de todo.

«Una magnífica biblioteca, para leer y para investigar en esa enciclopedia. A continuación les he enseñado a catalogar los libros. Primero la teoría y luego la práctica, en la que todos participan. La cabeza y las manos. Lo que más les ha gustado es estampar el sello en los libros: ¡cataplum, un buen estacazo! Lo tercero ha sido colocar los ejemplares, según el catálogo que hemos realizado».

El maestro, poco a poco se va implicando en los asuntos de la aldea y sus habitantes. La puesta a punto de la escuela y su casa le lleva tiempo, pues tiene 25 alumnos de todas las edades y el día es corto. Pero decide pedirle al Ministerio para hacer unos aseos para sus chicos. El Ministerio le contesta que no hay presupuesto.

«¿Quien lleva año tras año sacando un buen beneficio de los alumnos de la escuela de Valhondo? ¡La señora Milagros, la de la tienda! La vendedora y consejera editorial de los libros de texto. Los beneficios de esas ventas de tantos años tienen que financiar la obra de construcción de unos aseos para mis muchachos. Una obra sencilla, en la que además, para hacerla suya y comprobar el valor del esfuerzo, van a participar los propios alumnos«.

Así van transcurriendo los días, llenos de trabajo, de idas y venidas, de conocimiento de los vecinos, de visitas de la novia del maestro, pero lo importante es como este maestro enseña a sus muchachos y muchachas, además de las cuentas y la geografía; la lectura y la poesía es algo importante y para eso, inauguran los viernes con poesía.

« Si en diciembre inauguramos los baños y el cine, con el nuevo año, en enero, nos hemos inventado «Los viernes con poesía.

Querido León Tolstoi, si estuvieras con nosotros, aquí a mi lado, ayudándonos a guiar esta escuela de Valhondo, te sentarías en la butaca del profesor plácidamente y te recitaría los versos de Gabriel Celaya, mientras tu te acaricias tu larga barba.

Poesía para el pobre, poesía necesaria

como el pan de cada día,

como el aire que exigimos trece veces por minuto,

para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica».

Tengo que ir finalizando, porque la lectura de este precioso libro no te deja salir de esa escuelita. Y si la historia es preciosa, al final del libro nos sorprende con unas cartas que le han escrito a Rafael, personas que al leer esta historia se han sentido reconocidas por como vivieron ellas en los montes con sus padres, a mi me han emocionado absolutamente.

«Nacer y criarse en un chozo, en la aldea del Enjambre o en una casilla perdida de la sierra… para que hoy, los hijos de estas mujeres sean personas de bien y de provecho, como siempre se ha dicho.

Personas de ley, personas íntegras. Albañiles, panaderas, mecánicos, auxiliares en residencias de ancianos… y otros maestros, maestras, profesores y profesoras de Universidad. Las personas buenas, el corazón y las manos, que hacen funcional el planeta.

Se llama, Lucha, Orgullo y Dignidad».

DÍA DE LAS LIBRERÍAS

11 de noviembre

Josefina leyendo. Antonio López

Recuerdo que en mi pueblo no había librerías cuando yo era una niña, de eso hace muchos años. Nos surtíamos de cuentos y TBOs en un pequeño quiosco que había en la plaza, allí acudíamos los niños y las niñas con un montón de cuentos y los cambiábamos por otros, igual de viejos, y por una pequeña cantidad de dinero.

Pasaron unos años y en el parque construyeron una pequeña biblioteca. Fuimos mi madre y yo, ella también era una gran lectora, y al entrar solamente vi muchos libros en una sala, ese día me llevé uno que me llamó la atención por su título, «Viento del este, viento del oeste», de Pearl S. Buck. Ese libro me llevó a tierras lejanas, costumbres que, para mí, eran aún más extrañas, no olvidé esa historia en muchos años. Ahora, que lo he vuelto a comprar y a leérmelo, sigue fascinándome.

Los libros han sido en mi vida algo fundamental, compañeros en viajes, en momentos de soledad, en momentos difíciles, en momento alegres, en las esperas del Centro de Salud, en los viajes en tren o en avión, en cualquier momento han sido y siguen siendo una buena compañía.

Con mis nietos, Frida, Valentina y Darío. Feria del libro. Madrid

Cuando viajo a cualquier lugar me encanta visitar librerías, es algo que siempre va dentro del recorrido turístico que hago.

En México, que tantas y tantas librerías tienen a cual más bonitas, me dediqué con mis amigas a visitar algunas de ellas. Recuerdo la librería El árbol, llena de encanto y libros. Otro día visitamos la librería Porrúa en el parque Chapultepec, con una bonita terraza a un lago, donde puedes disfrutar un buen batido de frutas y comprar libros. Y no puedo olvidar en mi primer viaje a México la librería Gandi, allí compré el libro de Héctor Abad Faciolince, «El olvido que seremos».

Librería El Árbol, México DF

En un viaje que hice con mi hermana Ana a París, yo me había leído el libro de Ernest Hemingway, «París era una fiesta» y con ese libro debajo del brazo recorrimos por el barrio latino lugares que Hemingway y sus compañeros visitaban; entre esos lugares había una librería que la regentaba una mujer americana, Sylvia Beach, en la primera quincena del siglo pasado, se llamaba «Shakespeare and Company», no la encontramos en la calle Odeón, pero encontramos otra librería con el mismo nombre en una placita al lado de la Catedral de Notre Dame,

Librería en París

Librerías míticas a lo largo y ancho del mundo, y otras veces librerías de viejo o pequeñas librerías que te encuentras en cualquier barrio y que despiertan mi curiosidad, es como un imán para mí, no puedo pasar a una librería sin comprarme algún libro.

Hace muchos años vivimos en Argentina, en una ciudad del norte, Santiago del Estero. Allí vivimos durante tres años y para sentirnos en casa y ubicarnos en nuestra nueva vida; íbamos a una librería, que ahora no recuerdo su nombre, creo que estaba en la calle Libertad, y allí íbamos mis hijos y yo a comprar los cuentos y libros que nos hacían falta. También visitaba la Biblioteca que estaba a unas cuadras de mi domicilio, Bibloteca 9 de Julio, regentada por una mujer, Clara, que con el paso del tiempo nos hicimos amigas, ella era una estudiosa del Quijote, libro que yo le regalé.

Biblioteca 9 de Julio, Santiago del Estero. Argentina

Así voy recordando esos lugares que han conformado mi vida, me han llenado de bonitos recuerdos que a lo largo de los años no olvido.

En mi tierra, La Mancha, me encanta visitar una pequeña biblioteca, en El Toboso, cuna del gran amor de D. Quijote. Allí se guardan cientos de «Quijotes» en todas las lenguas, en todos los tamaños, y firmados por mandatarios de todo el mundo. Es verdaderamente un tesoro recorrer sus pequeñas salas y que la bibliotecaria te vaya contando detalles y curiosidades que guardan entre estas paredes.

Biblioteca de «El Toboso»

Sería interminable contar las bibliotecas, las librerías que he recorrido, pero no puedo dejar de nombrar una muy especial; fue en un viaje que hice con unas amigas a Oporto y no podíamos dejar de visitar la preciosa librería Lello, estaba en obras y había colas interminables, pero un día antes de marcharnos volvimos y pudimos pasar, es una leyenda esa librería, pequeña, pero llena de encanto. Tenía una frase escrita en la fachada que me llamó la atención, decía así: Tanto que leer, y tan poca vida», estoy de acuerdo.

Librería Lello, Oporto. Portugal

Y termino con mis visitas a Madrid y sus librerías. Con mis nietas Frida y Valentina, nos gusta ir a la feria del libro, pasear el Retiro y acompañarlas a comprar sus libros preferidos; a ultima hora y ya cansadas bajar por la Cuesta de Moyano y revisar esas mesas llenas de libros, es el final de un día precioso. También nos encanta pasarnos por una librería en la plaza de Callao, La Central, sentarnos a disfrutar de un té y pasear esa casa antigua, comprando novedades.

Me dejo muchos recuerdos de estos lugares que tanto me gustan y que recorro en cuanto puedo. En mi ciudad lo hago muy a menudo, compro libros, para mis hijos, para mí, para mis nietos, y para mis amigos, es el mejor regalo que puedo hacer.

Odisea

de Homero

Hay libros que dan mucho respeto, por no decir miedo a leerlos, sobre todo los clásicos, El Quijote, La Odisea, Crimen y Castigo y tantos y tantos libros que los tenemos ahí, en la estantería, esperando un buen momento del lector para introducirse en sus páginas maravillosas y que una vez leídos nunca los olvidarás.

Esta edición de La Odisea, me la regaló una amiga y ha sido un libro que me ha acompañado y me sigue acompañando. A cada rato me siento y vuelvo a leer un «Canto» y me sumerjo en este viaje increíble que Ulises realizó durante años surcando mares y tempestades para llegar a Ítaca, su isla, su hogar.

«Háblame, ¡oh musa!, de ese ingenioso héroe que viajó para allá después de saquear la famosa ciudad de Troya. Visto muchas ciudades y numerosas fueron las naciones cuyos usos y costumbres conoció; además sufrió mucho en el mar mientras procuraba salvar la vida y conducir a sus hombres sanos y salvos de vuelta a casa».

Así empieza este libro en su «Canto I», y así el lector sigue esta gran aventura que con Ulises empezamos y no lo dejamos hasta el final en el «Canto XXIV».

También tengo que decir que esta edición es una maravilla, llena de ilustraciones sencillas y preciosas, que te invitan a no dejar de leer. Aunque yo hice este viaje despacio y pausadamente, como hice la lectura de EL Quijote, ya que estos libros requieren tiempo para asimilar lo que nos cuentan.

«Desde allí fuimos a la isla de Eolia, donde vive Eolo, hijo de Hípotes, apreciado por los dioses inmortales. Es una isla que flota en el mar y está rodeada de una muralla de hierro. Eolo tiene seis hijas y seis hijos vigorosos, y dio las primeras en matrimonio a sus hijos varones. Todos vives con su padre y su madre, y celebran abundantes banquetes y disfrutan de riquezas de todo tipo». Canto X

Cualquier capítulo está lleno de magia y de aventuras, algunas tremendas, otras más tranquilas e imaginativas. Ulises después de estar en la guerra de Troya diez largos años; su vuelta a casa no fue un regalo, tuvo que soportar la ira de los dioses, el canto de las sirenas y un sin fin de calamidades.

«La nave avanzó con viento fresco del norte hasta que llegamos al mar que se extiende entre Creta y Libia; allí no obstante, Zeus decidió su destrucción, pues, en cuanto salimos de Creta y no pudimos ver más que el cielo y el mar, alzó una negra nube sobre nuestra nave y el mar se oscureció debajo de ella«.

Aventura tras aventura, en lo que pensaba Ulises era llegar cuanto antes a su Ítaca, donde dejó a su mujer Penélope y a su hijo Telémaco. Sabía que su isla la habían ocupado los muchos pretendientes de su mujer, y quería llegar cuanto antes para salvar lo poco que le quedase.

«Ulises me explicó todos sus viajes y penalidades, las versiones más nobles, con monstruos y diosas y no las más sórdidas, con posaderos y rameras. Me refirió todas las mentiras que se había inventado, los nombres falsos que había adoptado -el truco más inteligente fue decirle al cíclope que se llamaba Nadie, aunque más tarde Ulises lo estropeó al jactarse de su ingenio- y las fraudulentas historias sobre su vida que había inventado para ocultar su identidad y sus intenciones«.

Un viaje, toda una aventura escrita hacia el siglo VIII a.C. una verdadera joya que la tenemos al alcance de la mano y que yo recomiendo encarecidamente.

Penélope tejiendo y destejiendo.

ENJAMBRE

de Rafael Cabaniñas Saldaña

Este libro es el segundo de una preciosa trilogía que el escritor manchego y amigo ha escrito sobre la vida, la naturaleza, los hombres y mujeres que viven en esos pueblitos perdidos en los Montes de Toledo. «Quercus, en la raya del infinito», «Enjambre» y el último «Valhondo«. En ese lugar de paisajes imponentes y de soledades inmensas, Rafael Cabanillas, nos cuenta la historia de un puñado de gente que viven en una pedanía de Anchuras, de nombre Enjambre.

«Cuando los vecinos necesitan desplazamientos, avisan a un taxi que viene del Horcajo y los lleva a la capital o donde se tercie. El coche está para el desguace, para el arrastre, pero sigue vivo. Una metáfora de la gene que puebla estos montes , decrépitos, abandonados, con mil achaques y fatigas, pero resistentes. Insensibles a la precariedad y al desánimo».

Sigue contándonos la historia de las dos únicas familias que viven en la aldea, la familia del tío Jacobo y la de Eustaquio, que por historias del pasado que, ni ellos mismos sabían, no se hablan. El pueblo quedó casi vacío, la gente joven se fue a buscar trabajo a cualquier sitio, menos en estos lugares dejados de la mano de Dios.

» El Tiresias, que es el hijo primogénito y legatario del tío Jacobo y de la Remigia, no sabe por qué no se hablan con los únicos vecinos del pueblo. ¿Para qué saberlo? Igual que no lo saben, de la parte contraria, los muchachos de Eustaquio y la Encana, dos primales de ocho y diez años».

Rafael nos va desgranando esta pobre vida, llena de silencios y de odios enquistados año tras año. El ingeniero de telefónica llega al pueblo con el alcalde de Anchuras para poder ponerles el teléfono, para mitigar el aislamiento de esa aldea.

«Se toparon con el Eustaquio que en la linde del camino estaba podando unos olivos. El alcalde fue derecho y le dijo.

Mira Eustaquio, Ponte en un suponer. Si te instalamos el teléfono en tu casa y una noche de mil demonios se pusiera malo el tío Jacobo o uno de los suyos ¿le dejarías entrar para llamar por el aparato?

Esos no entran en mi casa a no ser que yo esté muerto.

La vida en el Enjambre va transcurriendo y las anécdotas de estos personaje nos van calando hasta el alma. Tiresias, el hijo del tío Jacobo, es un muchacho casi cegato, que pasa el día en el campo, con las cabras, o haciendo los trabajos que le requieren y escuchando su radio que para él es una ventana abierta a un mundo desconocido.

Todas las noches, después de cenar se va a su cuarto y conecta la radio para oír, una noche más, la voz de la locutora, la voz que le habla a él, solamente a él, sueña con esa voz lejana y duerme feliz.

«Cuando Tiresias se despierta porque está amaneciendo y las cabras ya se revuelven sonando sus galdarras, es como si regresara de otro planeta. Ha dormido con ella, con Sophia Bayker. Abrazado a sus palabras y a su cuerpo toda la noche entera.

A mi, como a Tiresias, vuelvo al mundo real cuando dejo de leer estas historias tan sencillas, tan de tierras lejanas, de gentes de verdad, con sus sueños, aunque sean desde una voz lejana por una radio, y me cuesta salir de esos montes cerrados, dejar de escuchar esas palabras, ya en desuso, pero que Rafael Cabanillas nos las trae en sus libros.

Rafael Cabanillas Saldaña

«Que estos montes son un «penaero» para sus vidas. Pues habiendo miles de alcornoques y millones de encinas, todavía en número ganan las desdichas. Ante ellas, resistencia, sin queja. El vivir pausado, sin exigencias. Dejando que la vida pase inadvertida, rozándote apenas, sin hacerte más daño que el dolor intrínseco a la subsistencia«.

UMBRALES

de Óscar Martínez

Me lo recomendó un profesor de la Universidad de Ciudad Real y verdaderamente ha sido una lectura muy placentera, una lectura llena de curiosidades históricas, contadas de una manera muy sencilla pero no menos interesantes.

Iglesia de Santa María de los Reyes (Laguardia)

Umbrales, bonita palabra casi en desuso; yo recuerdo cuando era una niña que sí la utilizábamos muy amenudo, sentarte en el umbral de tu casa, esperar en el umbral, o quedarte en el umbral. En este libro vamos a traspasar umbrales maravillosos a través de la historia.

Empieza este recorrido por la casa de los Vettii en Pompeya y termina con el Pabellón de la Secesión en Viena. Conforme voy leyendo entrando y saliendo por esas puertas, algunas de pura piedra, como el Dolmen de Menga en Antequera, otras maravillosas como la puerta de la Basílica de San Marcos en Venecia, esa joya que cualquier viajero no puede dejar de mirar, pasando por la Iglesia de Santa María de los Reyes en el pueblito de Laguardia y un sin fin de historias a lo largo de este bonito libro.

«Si toda Venecia es un auténtico festín para la vista, la basílica de San Marcos es probablemente el plato principal. Con su fusión de elementos románicos, góticos, bizantinos y renacentistas»

La toma de Constantinopla durante la cuarta Cruzada en 1204, permitió a los venecianos hacerse con un botín incalculable. Lo que es seguro es que sin tal saqueo, la riqueza y el esplendor de la actual Venecia sería muy inferior

Basílica de San Marcos (Venecia)

De la mano de Óscar Martínez seguimos viajando de un lado a otro y aprendiendo de las muchas historias y curiosidades que nos va contando como buen viajero que ve con ojos curiosos cada lugar que visita.

«En el centro de la misma bóveda se abre un aráculo de 9 metros de diámetro por el que entran la luz y también, como he tenido suerte de comprobar y a tanta gente le sorprende, la lluvia que en ocasiones limpia el aire y las piedras de Roma».

El Panteón (Roma)

Y llegamos al complejo funerario del Faraón Djoser en Saqqara. El viaje que nos afrece Óscar Martínez ha sido un verdadero sueño, pero como todo tiene que ir finalizando y este libro, para mí, ha sido una delicia de viaje que no quería que terminara.

«La orilla occidental del Nilo es uno de los lugares más extraordinarios del planeta. En los alrededores del Cairo, allí donde los verdes húmedos de las riberas del río se convierten súbitamete en abrasadores ocres, se levantan varias decenas de prámides.

Al traspasar la estrecha puerta se accede a un angosto pasillo de paredes lisas. La intensa luz del desierto queda súbitamente atrás y durante los segundos que se tarda en cruzar el corredor la penumbra envuelve al visitante».

El templo de la Concordia, Portal de Serranos de Valencia, el Arco de Tito en Roma, La reja de la finca de Güell en Barcelona, así un largo paseo por los umbrales de nuestra historia.

Pirámides (Egipto)

Timandra de Theodor Kallifatides

Vuelvo de nuevo a este blog que, durante tantos años, he escrito sin pausa, de poesía, de libros, de música, de viajes y de todo lo que la vida nos ofrece y que está al alcance de la mano. Leer y comentarlo para mí es un ejercicio maravilloso que pienso seguir haciendo mietras pueda.

Vivimos momentos especialmente cruciales y difíciles para casi todo el mundo, empezando por la guerra de Ucrania, trágica para los que la viven a diario, y trágica para el mundo. El deterioro del medio ambiente, que no cesa, las mujeres iraníes que salen a la calle a protestar por la muerte de otra mujer por llevar el velo mal colocado, y así podría relatar mil y una injusticias que se cometen a diario.

Una forma de poder sobrevivir a esta lluvia de maldades, para mí es leer, y luego escribir que es lo que estoy haciendo. Al menos pongo distancia y respiro para seguir y poder entender este mundo tan frágil, que es nuestra única casa, y que parece que nos dedicamos a destrozarlo.

Este libro que traigo aquí me ha parecido tan genial que no puedo dejarlo pasar y comentarlo para animar a la gente a leerlo.

Timandra es una de las figuras femeninas más fascinantes de la antigüedad griega. Mujer de una inteligencia y belleza excepcionales. Supo reunir en su casa a las mejores mentes de su tiempo, desde Sócrates a Eurípides. Vivió con el héroe, Alcibiades, hasta que murió.

«Estaba acostado junto a mí, desnudo. El resplandor de la lumbre en el hogar se refleja en su frente y confería a sus gotas de sudor un brillo de piedras preciosas. En ese preciso momento se oyeron unos pasos. Quedé petrificada. Él respiraba profunda, serenamente.

Alguien viene- dije.

Que venga quien quiera -me respondió-, hace veinticinco años que los espero».

En Frigia, en una humilde casita,Timandra y Alcibiades pasan sus últimos días, ella empieza a escribir su historia como amante de un gran héroe ateniense, que durante muchos años peleó en las guerras del Peloponeso y siempre salía vencedor.

¿»Qué dirán de nosotros en el futuro? No de mí, por supuesto, a mí me lvidarán. El amor no hace historia. La historia del amor muere cuando mueren aquellos que aman?.

Pero la vanidad y sus actos crean historia. ¿No es extraño y trágico?

A él lo recordarán, a mí me olvidarán. Recordarán sus batallas, sus maquinaciones, su lucha para el poder. Nadie recordará mi lucha, porque no ha dejado huella en cuerpos humanos. En consecuencia, me olvidarán.

Quizá por eso estoy escribiendo. Por supuesto, no quiero ser olvidada, al menos no por mi hija».

Conforme iba leyendo subrayaba un párrafo aquí y otro más allá, así casi en todas las páginas.

“La gran guerra entre Atenas y Esparta había cumplido ya su primer año: ni los atenienses ni los espartanos habían conseguido grandes logros, pero muchos hombres jóvenes habían muerto; veintiocho años duraría la guerra. Nadie hubiera podido imaginarlo. Quizá nadie lo quería, pero así fue”.

Parece que el ser humano no aprende de la historia y todo vuelve a repetirse. Theodor Kallifatides es un escritor griego, emigró a Suecia y allí vive y allí tiene su vida, todos los libros que yo he leído te lleva a su patria, a su vida llena de recuerdos y sobre todo se recrea en la historia y sus mitos griegos.

Confío en que la familia que cuida a mi hija le enseño nuestros mitos, nuestras historias, nuestras canciones. Eso es lo que queda de nuestra existencia, una historia.

Del futuro no nos ocupamos, el presente no lo comprendemos. Lo único que podemos comprender y amar es el pasado”.

Deliciosa lectura, es un libro que no llega a 200 páginas, pero su lectura es serena, muchas veces tienes que volver a leer un párrafo y así poco a poco entiendes la vida de una mujer extraordinaria, que vivió toda su vida con su gran amor Alcibíades, mientras éste iba de una mujer a otra, de una guerra a otra y siempre recalaba en casa de Timandra.

No imaginaba que me llevaría tantos años terminar este relato. Comenzó una noche que no podía conciliar el sueño, una noche que sería la última junto al hombre que amaba.

“Soy Timandra, la hetera.Toda mi dicha se la he dado a los demás, y toda mi dicha la he tomado de los demás”.

EL ASEDIO DE TROYA. Theodor Kallifatides

Sigo disfrutando la lectura de los libros de este escritor griego, afincado en Suecia hace más de cincuenta años. Un disfrute y una grata sorpresa, me encanta descubrir nuevos escritores y si una amiga no me hubiera regalado su pequeño libro, “Otra vida por vivir”, creo que no hubiera llegado a conocerlo.

“ Tenía quince años y estaba enamorado de mi profesora. Corría el año 1945, comienzos de abril. Mi aldea llevaba ocupada por el ejército alemán desde 1941, igual que toda Grecia. Durante esos años la escuela no funcionaba. Los dos maestros, uno de los cuales era mi padre, habían sido cesados por los alemanes y no vino ningún sustituto”.

Nunca pude leerme la Iliada, no sé por qué pero no lo hice y tenía pendiente leerla algún día. Bueno, pues este libro me allanó el terreno y me he leído la Iliada de una forma diferente, muy amena y deliciosa, porque esto es lo que hace Theodor con este libro.

“ Se dice que el diablo tiene muchas piernas, pero que las Moiras, diosas del destino, tienen más. Un día Menéalo recibió la visita de Paris, hijo de Príamo, Rey de Troya. Ambos reyes se conocían, por lo que era evidente que había que acoger a Paris. Éste declaró que su nave había quedado gravemente dañada por una tormenta junto al sonado cabo de Malea y se había visto obligado a abandonarla. Ninguno de los dos podía imaginar las consecuencias que desataría esta visita”.

La historia empieza en un pueblito griego a finales de la Segunda Guerra Mundial, allí entre bombas de los alemanes, una maestra corre con sus siete alumnos y alumnas al refugio y mientras caen bombas, a ella se le ocurre decirles a su alumnado, si querían escuchar una historia, “ La guerra de Troya”. Así empieza esta fantástica historia.

Juntos pasaban noche tras noche. Una cosa llevó a la otra y, un buen día, Helena agarró su dote y una considerable parte de su fastuoso ajuar y se marchó con Paris. Fue el principio de una guerra que duraría diez años”.

Cuando termina el bombardeo la maestra deja en suspenso esta historia y emplaza a sus alumnos y alumnas a que al día siguiente seguirán conociendo todo este relato épico que Homero escribió hace muchos siglos.

La maestra realizó una pausa y aspiro profundamente, como si hubiera estado aguantando la respiración mientras contaba la historia. Avanzó hasta la entrada de la gruta y echó un vistazo afuera”.

Se han calmado las cosas. Podéis ir a casa. Mañana seguimos.

Paris, troyano, se lleva a Helena, la mujer de Menelao, rey de los aqueos y así empieza la guerra que duró años y que se mataron unos a otros con tanta brutalidad y crueldad que a veces se hace duro leerlo.Todos los héroes cayeron. Homero escribió un alegato contra la guerra, nadie ganó, todos perdieron.

Sé que mi sangre también habrá de teñir de rojo esta tierra. Mis padres tampoco me recibirán de vuelta a casa. Pero no habré de enterrarte sin antes quitarle la vida a tu asesino, Héctor. Y no solo eso. Ante tu pira funeraria degollaré a doce jóvenes troyanos, inocentes o culpables, de las mejores familias de la ciudad. Entretanto yacerás junto a nuestras naves, allí donde puedas escuchar el mar y tu mujer pueda venir a llorar tu muerte”.

La maestra sigue día a día contándoles esta maravillosa y dura historia, entrelazada con lo que el pueblo estaba viviendo. Otra guerra en otro tiempo, pero con las mismas consecuencias. Muerte y devastación por todos sitios.

“ A lo lejos vieron a los ejércitos abalanzarse uno contra otro bajo la temprana luz del día. El polvo se arremolinaba, los callos relinchaban, la infantería gritaba. Aquiles iba al frente de todos los aqueos, ansioso por vengar la muerte de Patroclo. Hector se mantenía entre los suyos. El instante en que los dos ejércitos se atacaron fue espantoso. El aire se llenó de ruido. Metal contra metal, hombre contra hombre, vida contra vida”.

La batalla final es espectacular y eso que Homero era ciego, o sea que él no vio ninguna batalla, pero la describió como si lo hubiera visto.

Helena los había humillado al marcharse con el bello Paris. De haberse quedado en casa, en Esparta, la habrían matado a pedradas o, si hubieran querido apiadarse, simplemente la habrían degollado. Hay un tipo de vergüenza que solo la sangre puede purgar, pensaba la gente. Los troyanos eran de carácter más moderado. Las mujeres disfrutaban de la misma libertad que los hombres”.

Héctor, Agamenón, Patroclo, Aquiles, Ulises, un sin fin de nombres que a todos nos suenan y que en esta historia cobran su lugar en el mundo. Una historia tremenda, donde la guerra era una forma de limpiar el honor, y las mujeres siempre como trofeos de esos hombres que peleaban sin descanso.

Varios días necesitaron los aqueos para destruir la ciudad entera, la redujeron a ruinas, y solo se veía a Hécuba, que deambulaba por las calles desiertas de la ciudad y entonaba cantos de duelo”.

Andrómaca fue obligada a acompañar al hijo de Aquiles. Ulises emprendió su viaje hacia la isla de Ìtaca. Agamenón fue asesinado por su mujer al llegar a casa. Todo esto a Homero le daba igual. Él quería hablar de una sola cosa: de que la guerra es fuente de lágrimas y de que en ella no hay vencedores”

Un alegato contra la guerra. Y lo mejor es que me he leído la Iliada sin darme cuenta.

OTRA VIDA POR VIVIR. THEODOR KALLIFATIDES

Otra vida por vivir

Ha sido un bonito regalo que me ha hecho una amiga, y una bonita sorpresa leer este libro. Pequeño de tamaño y grande en sus reflexiones, nada pomposas y si muy creíbles, además de todo esto, me gusta descubrir nuevos escritores y este ha sido toda una novedad.

THEODOR KALLIFATIDES, griego de nacimiento, afincado en Suecia hace cincuenta años, escribe en sueco, su vida está planteada en ese país. Cuando cumple setenta y cinco años empieza una reflexión sobre la vida; deja su pequeño estudio donde se refugiaba a escribir y con horas libre, tiene tiempo de pasear, de reflexionar y de darse cuenta de mucha cosas que antes no veía.

También yo lo sentí. Lo que quiero decir que, tras haber superado grandes escollos, escribía en sueco como había escrito en griego desde el principio. Simplemente había conseguido seguir el consejo de mi padre: “ No te olvides de quien eres”.

“ Esto no es, por supuesto, del todo verdad. Nadie atraviesa un ancho río sin mojarse los pies, como decían los antiguos. Yo había recibido influjos e influencias, mis opiniones y mis convicciones habían variado, lo que a decir de Nietzsche es un derecho de todo ser humano.

Su pensamiento se dirige mucho a Grecia, es la época de la gran crisis económica que sufrimos en Europa fuertemente y él quiere hacer un viaje a su país. Quiere pasear, ver a sus familiares y constatar cómo están pasando los griegos esa crisis. Él y su mujer hacen las maletas y se marchan.

La Acropolis

A veces, en el momento de decir o hacer algo, me he sorprendido deseoso de tener un espejo para ver si lo que he dicho o hecho es correcto. Quizá finalmente ese sí sea el precio más alto de la emigración. Está siempre ahí. Pero te coge desprevenido, te alcanza como una bala perdida. En cualquier momento. Puede ser cuando te inclinas a besar a tu hijo, o cuando estás tendiendo tu cama y de pronto te llega el susurro de las moreras de la plaza Gyzi en Atenas.

La emigración es un tema recurrente y sus pensamientos van por la pérdida de la identidad.

La emigración es una especie de suicidio parcial. No mueres, pero muchas cosas mueren dentro de ti. Entre otras cosas tu lengua.

Por eso me siento más orgulloso de no haber perdido mi griego, después de haber vivido cincuenta y cinco años en Suecia, que de haber aprendido el sueco tan bien como lo he aprendido. Lo segundo fue obra de la necesidad, pero lo primero es un acto de amor. Una victoria contra el olvido y la indiferencia.”

Su estancia en Grecia observando cómo si fuera extranjero en su propia tierra, después de hablar con gente y de ver los estragos de la crisis económica que estaba dejando a media Europa y a Grecia al límite, llegó al hotel y su mujer le preguntó de donde venía, él le contestó, “ Aprendiendo que la gente no se rinde”.

El olvido, la nostalgia, la lengua propia que siempre están ahí, la adaptación a una nueva vida, pero siempre presente tu país, lejos de donde vives, la familia, el lenguaje, las palabras. De todo esto habla sencillamente Theodor Kallifatides.

El hijo de César de John Williams

Sigo medio confinada, pero sigo conservando la buena costumbre de caminar todas las mañanas pues el tiempo es magnífico, la naturaleza nos ha regalado unos días luminosos y tibios, así que yo aprovecho estos momentos para salir. Así voy pasando estos tiempos de incertidumbre; paseando y leyendo, dos aficiones que hacen de mi vida algo reconfortante.

El Emperador César

Ahora estoy terminando este precioso libro, “ El hijo de César ”. Se ha escrito sobre este personaje histórico tantos libros que sería imposible enumerarlos. Este libro tiene de original que toda la historia está sujeta a cartas que se envían unos a otros contando los acontecimientos históricos del momento.

Me despertó el ir y venir de la tripulación y el sonido de un canto lejano. Por un momento, en mi confusión, pensé en esas sirenas de las que Homero escribió con tanta belleza y me imaginé a mí mismo amarrado al mástil de mi barco, incapaz de resistir la llamada de su inimaginable belleza. Pero no eran sirenas, sino un barco que transportaba grano desde Alejandría”

Empieza con el asesinato del emperador Julio César . A su muerte, deja como heredero y futuro emperador de Roma, a su sobrino Octavio. Herencia envenenada, pues el futuro emperador tenía 18 años cuando muere Julio César , y la vida en Roma era tan convulsa que tuvo que rodearse de gente fiel para acometer la refundación de esa ciudad corrupta y llena de intrigas.

Sin embargo el Imperio de Roma que creó ha soportado la dureza de un Tiberio, la monstruosa crueldad de Calígula, y la ineptitud de un Claudio, y ahora tenemos un nuevo Emperador, al que tú educaste siendo niño y con quien sigues manteniendo una relación cercana pese a su posición”.

La formación de los triunviratos, la guerra contra Egipto y la conversión de este joven en el primer Emperador fundador de la dinastía, Octavio Cesar Augusto.

Desde la primera página hasta la última no puedes despegarte de estas historias que nos narra. Marco Antonio y sus ínfulas de gran guerrero y siempre queriendo ganar todas las batallas, sus historias con la reina de Egipto, Cleopatra. Las intrigas de todos para que este joven no subiera al trono, que fue el más duradero de todos, desde el año 27 a C hasta el 14 d C.

“A continuación se dio la vuelta y, muy erguido empezó a caminar hacia la oscuridad. Y recuerdo a Marco Antonio en Actium, que miraba desde la proa de su barco, cómo Cleopatra y su flota se alejan condenándole a Una derrota segura y que en aquel momento entendió que ella jamás le había amado.”.

Tengo el libro subrayado en cada página, tiene tantas cosas interesantes que no podía parar de señalar párrafos tras párrafos. El carácter del emperador, sus reflexiones, su mesura, su mirada sobre el bien común, me ha reconfortado a lo largo de esta preciosa lectura.

Hay una interesante carta de César Octavio a su amigo Nicolás de Damasco, al final de su vida que refleja su pensamiento y parece su testamento.

Así pues, no fue por idealismo o porque no creía moralmente superior que decidí cambiar el mundo, motivos que invariablemente ayuda al fracaso. Ni tampoco lo hice para incrementar mis riquezas y mi poder, dado que la riqueza que va más allá de la comodidad de uno mismo me ha parecido siempre la más aburrida de las posesiones, y el poder que va más allá de su utilidad, la más despreciable”.