Creo que este es el tercer libro que me leo de esta serie que, sobre la Guerra Civil, está tejiendo Almudena Grandes. Me encanta como escribe, y me encanta lo que nos cuenta. Cada uno de estos libros te abre una puerta a historias relacionadas con nuestra contienda, pero siempre desde un punto de vista muy cotidiano, familias, parientes que dejan de verse y luego se reencuentran, momentos muy importantes que sucedieron en esos años; en fin un mosaico muy interesante y tan amplio que cada libro es un episodio a descubrir.
Y aquí sobre todo, con Ángel Viñas, a quien me atrevo a llamar mi maestro, aunque nunca haya sido su alumna, hasta tal punto soy deudora de su monumental obra sobre la diplomacia republicana, las implicaciones internacionales de la presidencia de Negrín y la labor de Pablo Azcárate ante el Comité de Londres.
En esta novela, de más de mil páginas, el tema central es la red que se organiza en Madrid para ayudar a los criminales del Tercer Reich, en la Segunda Guerra Mundial, a salir de Alemania. En Madrid la gran organizadora fue, Clara Stauffer, una española-alemana, muy cercana a Pilar Primo de Rivera.
El régimen franquista jamás reconoció oficialmente su relación con la obra de Clara, quien por supuesto tampoco hizo público, en ningún momento, documento alguno relacionado con su misión. La clandestinidad en la que su red permanece hasta hoy incrementa el mérito de los autores que le han estudiado.
El Doctor Guillermo García, es médico en Madrid en el momento que la capital de España está sitiada por las tropas de Franco, él aprendió de un médico a hacer transfusiones de sangre y lo practica con los heridos de guerra, salvando así la vida de muchos soldados, entre ellos, un diplomático republicano llamado Manuel Arroyo.
Manuel Arroyo Benítez ya había visto demasiadas lágrimas temblando en los ojos de los asesinos de la República Española. Había escuchado demasiad palabras de amor y promesas fervientes y solemnes compromisos que al cabo no habían resultado más que las reglas de un juego cruel, etapas progresivamente dolorosas de una interminable impostura.
Guillermo García y Manuel Arroyo, se hacen amigos y serán el hilo conductor de esta intensa historia, que al final se transforma en un thriller emocionante, a la vez que el lector va descubriendo esa red de apoyo a los criminales más terribles, con dinero, documentos falsos, y todo lo que necesitaban en esa España, donde los perdedores de nuestra guerra pasaban calamidades tremendas, y estos nazis disfrutaban de la alta sociedad de la capital.
Rodolfo Freude no sólo era el hombre más poderoso y el gran protector de la nazis y colaboracionistas que llegaban al país a través del SARE. Era además, un anfitrión espléndido y por eso, aunque Manuel Arroyo Benítez procuraba coincidir con él lo menos posible, Adrián Gallardo no pudo negarle a Clara ese favor.
El doctor, Guillermo García tiene que ocultarse para no ser fusilado, su amigo Manuel Arroyo le ayuda con una identidad falsa, para poder seguir trabajando en cualquier sitio y por la noche ayudando a enfermos. Hasta que un día Manuel le propone infiltrarse en esa red madrileña para saber todo lo que se cuece en la gran evasión de nazis hacia Buenos Aires.
A las once de la noche, Madrid era una ciudad desierta, con todas las luces apagadas, todas las ventanas cerradas y todas las persianas echadas. En diciembre del 37, ningún visitante de buena voluntad llamaba a la puerta a esas horas para pedir un poco de sal o invitarse a la última copa. La noche era el territorio de los enemigos.
Impresionante lectura, difícil de resumir, como siempre Almudena Grandes no se queda en medias tintas; nombres, direcciones, gente implicada en ese asunto tan turbio, que el franquismo, la iglesia y el Estado estuvieron involucrados para salvar a los nazis más criminales del Tercer Reich.
En el año 1938, Hans Lazar se acredita ante el gobierno de Burgos como corresponsal de la agencia de noticias Transocean, fundada pocos años antes para propagar los ideales de la nueva Alemania en España y Latinoamérica. Tras la victoria de Franco, ocupa el cargo de prensa de la embajada, en la que, a juzgar por los comentarios que circulan por la ciudad, pronto llega a tener más poder que el propio Embajador.
Si interesante es este episodio, no menos es lo que nos regala Almudena de como fue hilando y buscando información sobre toda esta gente que formaban la red de ayuda a los nazis, y sus conexiones con la Argentina de Perón.
Siempre estaré en deuda con los historiadores españoles que han devuelto a nuestro país a la normalidad al reescribir el relato de la guerra y de la dictadura franquista desde una perspectiva rigurosamente democrática, porque sin ellos jamás habría podido avanzar.